¿Por qué: Las Bloguerías del Sudeste?

En 1582, Juan de Garay envió una carta al rey de España, transmitiéndole su asombro por "la existencia de grandes manadas de lobos marinos" en las costas del sudeste de lo que hoy es la Provincia de Buenos Aires. Estos lugares fueron denominados entonces “Las Loberías”.
Jugando con este nombre es que emergió el de
“Las Bloguerías del Sudeste”, deseando que quien navegue estas aguas virtuales se asombre al advertir que en estas costas habitan grandes manadas de
"blogos".
Los pueblos necesitan democracia, las democracias necesitan pueblos, los pueblos están formados por ciudadanos, no por usuarios o consumidores. Desembarcá aquí todas las veces que desees, para ver qué hay, comentar, o incluso con un artículo sobre cualquier cuestión que te interese y quieras comunicar. Si te gusta la idea de publicar aquí un artículo tuyo, la dirección de contacto es:

lcnmrcrstld@yahoo.com.ar

martes, 14 de julio de 2009

Bestiario de la Sociedad de la Información - Por Beatriz Busaniche 4ta. Entrega

Slogan Nro. 3: - "A mayor acceso a la información, más democracia".

La sobreabundancia de información, hiperinformación, no necesariamente contribuye a una sociedad más democrática, más bien puede tener efectos contrarios. En tanto no se reconozca, fortalezca y la ciudadanía revalide y ponga en marcha su derecho a la comunicación y a la libertad de expresión, incluyendo allí la libertad de expresión vinculada al trabajo de programadores y hackers en lenguaje informático libre, no podremos construir una sociedad más democrática.
La instalación de centros de acceso a internet sin que las personas se apropien realmente de las nuevas tecnologías de información y comunicación no hace más que fomentar el "consumo" de información y NTICs sin que eso necesariamente se traduzca en mayor democratización. Incluso, la instalación acrítica y no planificada de estos puntos de acceso, sin involucramiento pleno de las comunidades destinatarias, puede provocar un fuerte impacto negativo sobre la cultura local.
Por su parte, es claro que el uso de software propietario o privativo
no fomenta una real apropiación de las nuevas tecnologías de información y comunicación, en tanto mantiene oculto y jurídicamente inviolable el mecanismo de funcionamiento del sistema, impide compartir las aplicaciones bajo pena judicial y obstaculiza la acción de estudiar y profundizar en la investigación de los sistemas. Sin contar los riesgos de plagar un país de computadoras cuyo control esta absolutamente fuera del alcance de quienes las utilizan y que llegado el caso responderán las órdenes de quien programó el software y no a sus verdaderos dueños. El control de una computadora siempre, irremediablemente, estará en manos de quien escribe y por tanto domina el software al que responden las máquinas. No hay computadora capaz de negarse a hacer lo que su software le indica, y ese software, en tanto sea privativo y cerrado, será un software desarrollado como caja negra, inviolable, imposible de estudiar y fiscalizar que responderá a la empresa que lo haya desarrollado.
Por otro lado y en paralelo a esta discusión sobre internet, las computadoras y el software, existe todo un cúmulo de tecnologías de comunicación no basadas en Internet que son esenciales para la democratización del conocimiento y la información. En esto, la democratización del espectro radioeléctrico y los medios comunitarios, especialmente las radios, son factores clave de participación ciudadana en el ámbito de las comunicaciones. No en vano, estas cuestiones están fuertemente rezagadas en la agenda de debates sobre la sociedad de la información previstos por el G8.

viernes, 10 de julio de 2009

Soja, glifosato y cáncer



Un estudio reciente llevado a cabo con embriones de rana por el Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA, a cargo del biólogo investigador del Conicet Andrés Carrasco, concluyó que el glifosato, el herbicida más utilizado en la industria sojera, produce cáncer y malformaciones neuronales, cardíacas e intestinales. El estudio podría explicar una incidencia de cáncer superior a la media en distinta poblaciones del país, donde las fumigaciones con el mencionado producto - cuya marca más difundida es el Roundup de la multinacional Monsanto - son realizadas con aviones muy cerca de las viviendas cercanas a las plantaciones. Estas prácticas tienen rígidos controles en Europa y se resolvió que en breve serán erradicadas. Durante años Monsanto difundió las "bondades" del glifosato - un herbicida que mata las hierbas que crecen junto a la soja RR, cuya mutación genética hace que no se vea afectada - afirmando que era biodegradable y amigable con el medio ambiente. Esto fue desmentido categóricamente y le valió la condena en la justicia francesa por publicidad engañosa. Mientras el producto está considerado como de "máxima toxicidad" por la Organización Mundial de la Salud y en Estados Unidos y Europa está rotulado "peligroso para el medioambiente", "tóxico para organismos acuáticos" y es acompañado por una banda roja, en nuestro país el Senasa lo califica como de "baja toxicidad" y le permite utilizar una banda verde. Esta calificación resulta criminal, ya que en numerosas oportunidades es utilizado sin las normas de protección imprescindibles. Basta decir que el herbicida es utilizado en 17 millones de hectáreas, es decir más de la mitad de la superficie sembrada del país. Según varios investigadores, la acción nociva del producto creado por Monsanto -empresa responsable de la mayoría del desfoliante denominado agente naranja con que Estados Unidos fumigó la selva durante la guerra de Vietnam - puede comprobarse en la alarmante reducción de sapos y ranas en las zonas rurales. Su uso indiscriminado en pos de los records de producción y rentabilidad - así como de otros herbicidas e insecticidas prohibidos o limitados en los países desarrollados - son también responsables de la merma de aves y peces en varias regiones del país, con el consecuente aumento de insectos como los mosquitos. frente a este panorama, en vez de preocuparse por la gente afectada y los trabajadores del área, los defensores incondicionales del herbicida - un negocio que en el país - mueve 600 millones de dólares anuales - sólo se dedican a poner en duda las conclusiones del estudio y afriman sin empacho alguno que lo que sucede con los renacuajos no tiene porqué suceder con los embriones humanos. Intencionalmente desconocen los últimos avances científicos que demuestran que el hombre comparte el 40 por ciento de sus genes con las plantas, el 60 con los insectos y el 85 con las ratas.
Este artículo fue publicado como nota editorial en la Revista Pronto cuya redactora editora es la periodista: María Silvana Méndez
Antes de transcribirlo crucé información con otros sitios muy diversos: la página del periodista Reynaldo Sietecasse, otra de una ONG dedicada al cuidado de las reservas naturales colombianas, por ejemplo. También con páginas que defienden el uso indiscriminado del glifosato, luego de leerlos a unos y otros, me incliné decididamente por otorgarle el crédito a la periodista mencionada.